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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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09-06-2011

 

 

 

 

El renegado Valenti.

SURda

 

Nuestra opinión

Esteban Valenti se ha descolgado con un editorial pomposo titulado (ni más ni menos!!!) “El marxismo-leninismo grave enfermedad del socialismo” (ver Bitácora del domingo 29 de mayo del 2011). Y como si esto no fuera audacia suficiente, hasta se permite una reseña de Trotsky . Alguno podrá pensar que Valenti tiene vocación de “niño terrible”, provocador intelectual, o heterodoxo, pero no es así. Su reseña de Trotsky no pasa más allá de un libro adocenado del Sr. Service, un reaccionario burgués neoliberal del montón de reaccionarios y sicofantes que ha producido la vieja Inga-la-perra desde Burke para acá.

Los que han seguido la trayectoria de este personaje, los que lo han visto rodeado de un grupo de choque en el movimiento estudiantil, su conversión (o conversiones) después de su estadía en Italia y de vuelta al Uruguay en la corriente de “renovadores” que acaudillaba Jaime Pérez, (después anduvo en el CONFA), los que han contemplado sus pininos “empresariales” (que siguen los marcos tradicionales del “empresariado” uruguayo de ineficiencia y favores) saben bien que el sujeto es un fraude.

Fue formado (la palabra ajustada es adoctrinado) en la corriente del estalinismo criollo, versión Arismendi. Aquella corriente a pesar de sus pujos y aspiraciones renovadoras no se apartó nunca del sovietismo básico tolerado por el Pecus (Partido Comunista de la Unión Soviética).

En consecuencia seguía fielmente las “directivas” con las cuales venían también los recursos necesarios para financiar el aparato. Como estampilla al sobre con ellas venia la aceptación de todos los dogmas, los manuales soviéticos, y las diferentes corrientes que predominaron allá desde el jruschovismo a Brezhnev que es cuando comienza su decadencia evidente jaqueado por todos lados. Desde el propio movimiento comunista occidental, desde el comunismo gobernante en China y desde el imperialismo de Reagan y Tatcher. Afganistán fue su canto del cisne. Después la antigua burocracia convertida en empresarios restauró el capitalismo en la antigua Unión Soviética que devino en la actual Federación Rusa.

Una parte muy importante de aquella larga decadencia, fue la persecución de otros comunistas. Porque la crítica a lo que se procesaba en la Unión Soviética, tuvo como paladines a militantes y dirigentes comunistas. Fue la crítica más importante, de lejos muy superior, a todas las críticas burguesas. Desde las oposiciones obreras rusas todas masacradas , a los diferentes dirigentes de los partidos occidentales primero y después de los regímenes socialistas instaurados en Europa Oriental con el triunfo del Ejercito Rojo sobre el nazismo alemán. A todos ellos los aparatos comunistas los repudiaban y difamaban con saña sin mayor preocupación por reclamar un conocimiento cabal de sus posiciones y en que basaban sus discrepancias. Todos eran condenados como réprobos, agentes imperialistas, espías y se practicaba contra ellos el mayor desprecio y desdén. Solo cuando las discrepancias llegaron a oponer estados a aquella locura sectaria, hubo algunos atisbos de reflexión. Primero con la Yugoslavia de Tito, más seriamente con el Partido Comunista Chino que por su peso teórico y su potencial no podía ni ningunearse ni silenciarse.

En todo ese proceso Valenti era seguidista, propagador, sectario feroz y cancerbero fiel. Era la forma de ascender sin preocuparse mucho cómo. No hay canallada cometida por el Partido Comunista uruguayo en el movimiento estudiantil que no lo tuviera –a él y a otros- como fieles ejecutantes. Los Jaime Pérez , los Turiansky y los Pietraroia se reservaban el coto de caza del movimiento obrero donde también hicieron todas las fechorías sectarias y divisionistas imaginables y por imaginar, porque entre ellas deben contarse hasta “liquidaciones” físicas, a más de amedrantamientos, patoteadas, palizas, campañas de calumnias y un largo etc de métodos repudiables.

La crisis de la URSS seguía sin embargo su curso y finalmente llegó en forma definitiva. Producida la misma no les quedó más recurso que afrontarla y comenzar a pensar con las limitaciones que implica el haber sido indoctrinado en aquellas deformaciones y estar condenado a seguir viviendo después. Los vicios sin embargo, les quedaron. Se manifiestan cada vez que intenta polemizar, donde le surge el maniqueísmo, la estrechez de miras y el sectarismo que es ya un rasgo congénito de los peores de todos ellos. Valenti en la renovación agarró para el lado burgués. Lado en el que sigue ahora. Y en el que posiblemente morirá.

En consecuencia es hoy un renegado. Su mentor Arismendi alguna vez sentencio: “los renegados son los peores”. Afirmación que pese a todo el tufillo estalinista interesado, en ciertas condiciones, es posible coincidir. Efectivamente, los renegados del socialismo pasados al campo burgués, son los peores.

En consecuencia Valenti se asoció con ese mercader del periodismo criollo que es Fassano y en donde también han encontrado refugio otros antiguos estalinistas criollos desde el Niko Schwarz al “lechon” Legnani. Y ahora se ven reforzados en el órgano oficioso gubernista por otros renegados –estos del antiguo MLN-Tupamaros- como son Eleuterio Fernández y su escudero Roberto el “petiso” Caballero. Sabiendo que clase de personajes son todos ellos, el observador no puede más que regocijarse. Están todos ellos donde deben estar, por la máxima sencilla de que “dios los cría y ellos se juntan”.

Valenti metido a teórico encuentra en “El Estado y la Revolución” de Lenin, el motivo central que llevó a las desviaciones estalinistas. La afirmación es cuando menos extraña. La izquierda de la socialdemocracia en la cual militaba la Sección rusa y por consiguiente Lenin, agrupaba también en su seno a Rosa Luxemburgo. La discrepancia de la misma con Lenin, se remontaba al “Que Hacer” es allí donde los criterios del centralismo ruso rechinaban a varios (el jóven Trotsky entre ellos y dentro de los rusos mismos). Y es allí donde centraban las polémicas que tuvieron larga vida. Rosa además combinaba su carácter de crítica a los aspectos que tenían que ver con otra sección de la internacional en estrecho contacto con los rusos, la sección polaca, de la cual provenía y de la cual fue miembro hasta que se estableció definitivamente en Alemania.

En la Europa occidental, que se extendía hasta la frontera alemana por el este, el resto de los pueblos no se entendían plenamente como europeos. Así fue hasta la primera Gran Guerra y aún hoy- en ciertos eurocentristas- el falso criterio se manifiesta. Esa Europa occidental era parte del Occidente que miraba con desprecio a los pueblos sometidos al despotismo zarista o lo que quedaba del despotismo turco en Europa. En Rusia, particularmente, el despotismo más brutal campeaba. Pero al lado de ese despotismo existía una inteligencia urbana que levantaba las formas de lucha más extrañas, desde el pan-eslavismo, a formas particulares del socialismo agrario. Lenin comenzó por señalar que la formación social rusa era fundamentalmente capitalista. En consecuencia el cuerpo social de la revolución rusa era fundamentalmente el proletariado urbano y fabril. Y sin embargo la falta total de democracia, el régimen policial instaurado, llevaba a que la lucha debía conducirse con apego a las formas más estrictas de la conspiración y el abandon de todas las prácticas de dispersión teórica y organizativas.

Rosa pensaba la revolución desde el estado capitalista más pujante y en ascenso del occidente europeo: Alemania.

Lenin pensaba su revolución desde el extremo más atrasado del absolutismo zarista, país esencialmente agrario.

“El Estado y la Revolución” se produce en un momento especial de la Historia. Es el momento en que la burguesía se lanza a la Primera Gran Guerra. La disputa interimperialista llego a su forma más alta y destructiva. Los socialistas que habían sido los críticos más sistemáticos de esa competencia por los mercados y las colonias y el militarismo que lo hacía posible son sorprendidos por el pasaje de una falange muy importante del movimiento obrero socialdemócrata europeo al campo de la guerra. Surgen desde el social-imperialismo, al social-chauvinismo y el social-pacifismo. La izquierda de esa misma socialdemocracia en la que militan Liebnecht, Rosa, Mehring, queda anodada. Se dice que Lenin en su exilio, no creyó al principio en que el mayor partido de la socialdemocracia, el alemán, hubiera votado los créditos de guerra. Creyó que los diarios que le presentaban eran falsificados. Fue tal su decepción ante la magnitud de la traición que pensó que estaba todo terminado y solo quedaba exilarse en America del Norte y empezar allí una nueva vida. La propia hija de Marx y su marido Lafargue cometieron suicidio.

La Gran Guerra sin embargo pronto llegó al momento en que el potencial bélico brutal y en cierta medida similar de las potencias, llevó a la guerra de posiciones en la que se estancó. Empezó la guerra de trincheras. Y con el cese del entusiasmo bélico al que habían sido lanzadas las masas, empezó la vuelta de los muertos y de los lisiados que mostraron hasta el infinito el sinsentido de todo aquello. Es el momento en que los socialistas consecuentes renuevan su prédica antiguerrerista, ahora para convertirla en el comienzo de la Revolución.

La guerra debía ser la tumba del puñado de ricachos y militaristas que la habían desencadenado. “El Estado y la Revolución” refleja ese momento en el cual hay que destruir los mitos burgueses de la “democracia”, de la “especialización calificada de la función pública” o sea la mistificación burguesa de la politica. El modelo es, : la Comuna de Paris de 1871. Porque fue después de aquella derrota que se abrió camino en Europa y particularmente en la Alemania de Bismark, la visión gradualista del “asedio” al estado burgués, el auge del “parlamentarismo”.

Engels al final de su vida, vió claramente las limitaciones que tenía todo aquello y lo señaló expresamente. Hizo la historia como después de la Comuna, se imponía otra táctica. Se había acabado la época de las barricadas revolucionarias. Pero nunca se acabó para ellos la perspectiva revolucionaria. A la revolución no renuncia nunca jamás un revolucionario socialista auténtico. Y Lenin como Rosa lo eran.

“El Estado y la Revolución” es un gran legado de aquel revolucionario ruso a las generaciones futuras. Desmistificó el tema del Estado, los expertos, la tecnoburocracia actual. Esas gentes como Bernstein no quieren revoluciones. Esas gentes aspiran al “gradualismo” sin conmociones participativos de la gente. Quieren encontrar un imposible, llámese burgués bueno y honesto, llámese las reformas progresivas, llámese los compromisos con los explotadores. Mujica, Astori, Tabaré Vázquez, son –en Uruguay- sus representantes típicos.

 

La epopeya de la revolución rusa –que no fue una acción bolchevique- ni desencadenada por aquella fracción de partido, encontró, sin embargo, en los bolcheviques los más firmes defensores en el terreno de las ideas y de la organización del levantamiento colectivo. Lo que pasó después, su aislamiento y como consecuencia su involución es producto de factores que han sido suficientemente analizados. Se expresó fundamentalmente en el estalinismo y la crisis constante hizo posible el cese de la democracia interna. El Lenin final es plenamente conciente del problema: la URSS es un estado obrero “con deformaciones burocraticas.”

En eso se apoyó Kautsky, Kerensky, Martov, los que negaban la revolución. Los que no la pudieron hacer en Alemania, ni desarrollar en Rusia. Y en aquellos renegados se apoyaron todos los estudiosos occidentales burgueses. Su mantra es el mismo: no hay que hacer revoluciones. Con las revoluciones no se soluciona nada. En Francia se ha llegado hasta a negar la necesidad de …la Revolución Francesa!!!. Revolución burguesa contra el feudalismo absolutista. En la época del capitalismo tardío cuando este se prolonga en saqueos, guerras, y el colapso de la Naturaleza que es la que sostiene la vida sobre el planeta, el puñado de ricachos y especuladores no quieren que el común de las gentes los saque de sus sillones de directorio y los cuelgue en la columna más próxima.

Para desgracia del renegado Valenti, habrá movimientos emancipatorios pacíficos y violentos, habrá alzamientos, habrá insurrecciones, habrá revoluciones.

Pero mire tambien en derredor. Mire el norte de Africa, mire España -la del 15M- con las plazas ocupadas y la izquierda toda en franca debacle y compare todo eso con las cosas lamentables que la gente que Ud. apoya hace en el Uruguay actual, donde no esta planteada por el momento revolución alguna. Recuerdese lo que hicieron el 19 de Mayo las jerarquías frentistas particularmente Mujica, Astori y Tabaré Vázquez, repase los discursos de los blancos y los colorados que siguen aspirando a defender el Terrorismo de Estado, del cual sus pares anteriores fueron sirvientes y servidores. Recuerde el revolcón de las elecciones municipales recientes y compruebe la indignación silenciosa del 20 de Mayo.

Mire si se deciden a leer todos ellos “El Estado y la Revolución” y empiezan a reflexionar en que Uds. todos los gerontocráticos panzones están de más y son un gran tapón que frenan todo. Mire si les da por pensar a que a todos Uds. hay que pegarles el puntapié que se merecen de una vez por todas. Porque que hay miles que tienen ganas no tenga la más mínima duda, pero pueden llegar a ser cientos de miles y ahí sí que se les complica la cosa.

 

 

 
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