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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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10-01-2016

El canto del cisne del foquismo 1, 2, 3, 4, 5

 

 

 

 

SURda

Notas

Opinión

c.e.r

Bastaron dos períodos de ejercicio del gobierno –desde el triunfo electoral del 2004 a las elecciones nacionales últimas- para que el relato radical de la antigua ala “guerrillera” monopolizada por “los históricos” hicieran agua por todos lados.

Ahora, el nuevo libro de Jorge Zabalza – “La experiencia tupamara” 2015, 251 págs , sin pie editorial- le dá a aquella interpretación “histórica” la estocada final.

Debe señalarse –desarrollaremos luego porqué- que el subtitulo del libro es : “Pensando en futuras insurgencias”.

Empezemos por señalar que el autor del mismo, Jorge Zabalza , no pertenece, específicamente, a la categoría de los “históricos” o “fundadores”. Pertenece a la “segunda línea” o más específicamente “la base militante primigenia” de aquellos. En la misma se integran varias “hermandades sanguíneas”: los Zabalza Waksman (tres hermanos), los De Lucia (dos hermanos), los Rivero Cedrez (dos hermanos), las Topolansky (dos hermanas), los Dubra Díaz (dos hermanos) , los Basanta Romero (dos hermanos, el “Tono” y “el Tanqueta”) y los Martinez Platero (tres hermanos). Al lado de aquella “base” primigenia se adjuntaban varias personalidades sin hermandades: un Jorge Torres, un Dr. Navillat , una Alicia Rey Morales y varios otros, un conjunto de personalidades particulares de perfiles fuertes, entre los cuales cabe incluir a un Leonel “negro” Vidal, Carlos Flores, Rivera Yic , un “pelado” Bassini Campligia , un Falero “Beto” MontesdeOca , Alberto “el loco” Iglesias y, varias personalidades más, que ya sea por incidencias insignificantes, por vacilaciones o por “quebraduras” y/o traiciones abandonaron la empresa inicial o, quedaron reducidos a la categoría de “militantes ocasionales”, o colaboradores. Existía además “una periferia ligados a los primeros (los fundadores) o a la denominada “segunda línea”. Todos ellos los agrupamos en la categoría arbitraria (y posterior en el tiempo) de “referentes”. El ejemplo más interesante (y después, exitoso) de todos ellos es José “Pepe” Mujica, que nunca fue parte de la “dirección histórica”.

De esa “segunda línea” los testimonios son escasos, a veces epistolares, siendo su posible testimonio y el valor del mismo, eclipsado hasta el 2004, cuando dominaba el horizonte político la figura de un charlatán mentiroso e irresponsable , como lo fue el entonces proclamado “ idéologo ”, EFH. Desde “la liberación” (jurídicamente una amnistía) de 1985 en adelante, éste antiguo miembro de la “dirección histórica” se autoproclamó -con alianzas circunstanciales- como “historiador, dirigente, ideólogo y estratega” un despliegue de megalomanía como pocas veces se ha visto en la historia de la izquierda uruguaya. Lo hizo con tolerancias y aprobaciones varias (producto en general, todas, del terrible atraso político de la inmensa mayoría de la militancia) , pero en su ejercicio (y consecuencias políticas ) fue implacable: no toleraba que nadie lo contradijera y condenó al silencio obligatorio y disciplinario a muchos que “en la segunda línea” sabían que sus “historias” eran meras falsificaciones sin seriedad intelectual alguna. Jorge Torres el más importante intelectualmente de toda esta “segunda línea” por su producción (ver “La derrota en la mira” edit. Fin de Siglo, 402 págs., 2002 y, “Cuba y el Che, la ruta mágica” edit. Fin de Siglo, 207 págs , 2007) tuvo plena conciencia del problema y fue el hombre que señaló certeramente las incongruencias e “idas y venidas” , de éste verdadero fraude intelectual que es el actual ministro de Defensa EFH.

El libro-testimonio, individual o colectivo, de esta “segunda línea” es absolutamente imprescindible, porque muchos de ellos aún viven y es de suma urgencia que sus testimonios sean recogidos. Arrojarían una luz reveladora sobre múltiples acontecimientos y episodios que han sido reiteradamente manipulados, falsificados y/o “manoseados” por la “historia oficial”.

De la “historia oficial” y sus corrientes bibliográficas hemos hecho un intento de reseña en algún artículo hace pocos años. Señalemos , en un intento de resumen forzado , que se divide en dos o tres grandes líneas: “la historia oficial” que continúa la tradición establecida por EFH, y que continúa su línea apologética y mistificadora (Rolando Sasso , Sergio Márquez Zacchino , Gustavo Guerrero Palermo y otros ) ; la corriente de los militantes independientes (periodistas u historiadores) entre los cuales descuellan Samuel Blixen y Clara Aldrigui ; la corriente de los investigadores independientes, no militantes, entre los cuales cabe señalar a Vescovi, Eduardo Rey Tristan y otros; y las corrientes de interpretación burguesa y crítica entre los cuales se cuentan Alfonso Lessa , Adolfo Garcé y varios otros, menores, pertenecientes al campo del periodismo y de variada y variopinta evolución posterior a los libros en los que trataron el tema tupamaros.

El testimonio de Jorge Zabalza –integrante destacado de esta “segunda línea- está precedida de varios acercamientos anteriores en forma escrita ( mimeografica ) y de una biografía sobre Raul Sendic y, el último, “La experiencia tupamara” . Es valioso por varios y diferentes motivos. En primer lugar por una larga vida dedicada a la tarea revolucionaria orgánica, vida que en consecuencia vivió -la mayor parte del tiempo-  en prisiones, con escasos momentos de libertad y actividad. Una revisión de su vida –militancia, actividades, prisiones, dos fugas, lo ilustra cabalmente hasta la liberación general del año 85. Durante esos periodos fue un representante típico del verticalismo, del aparatismo y del militarismo, con todas las consecuencia (y eventuales daños a terceros militantes , inclusive a la figura señera de Raul Sendic Antonaccio ) que todo esto implicó. Continuó siéndolo desde 1985 hasta 1994, cuando comienza a perfilar sus serias discrepancias con la línea mayoritaria, “oficial” de la cual fue parte siempre.

Todo esto es parte de la “actividad negativa” de Jorge Zabalza , pero su vida no se agota solamente en esto. Es también el dirigente, que desde 1994 en adelante se opondrá con mayor tesón y consecuencia al “viraje” protagonizado a partir de 1994. Romperá claramente con sus antiguos cofrades “de la oficial” al mismo tiempo que paralelamente acompañará su actividad política con una reflexión política muy seria, sobre todo el pasado de la organización político-militar que fue el viejo MLN-Tupamaros. Es, posiblemente, entre “la segunda línea”, el individuo que más ha reflexionado sobre las consecuencias prácticas del verticalismo, el militarismo y el aparatismo , sin lograr –a pesar de todas esas reflexiones críticas- superarlo.

 Lo superaba, de “la boca para afuera”, lo reconocía públicamente en círculos militantes donde realizaba su actividad, para volver a reincidir, en la práctica, con el mismo aparatismo y sus vicios que parecía comprender y entender como pocos dirigentes. Desde ese punto de vista puede señalarse, sin exageración, que nunca rompió con el cordón umbilical al cual esta atado como un forzado. En esa ambivalencia han transcurrido todos los años de su vida hasta el presente.

No es del caso, ahora, examinar esta ambivalencia psicológica del personaje, pero debe señalársele como un rasgo particular y propio que , además, lo honra. Fue por esa actitud rebelde, contestataria, que Zabalza se convirtió en un referente para muchos militantes, que por muchos motivos diferentes, habían llegado también a posiciones críticas, pero que solos no podían avanzar, ni aún sostener sus posiciones más allá de pequeños círculos de la amistad y de la confianza militante. Zabalza , desde este punto de vista, se convertía en un “referente nuevo” de la protesta . No solo para la vieja militancia, lo era también para las nuevas generaciones que crecieron y llegaron a la vida política activa durante los denominados “años de plomo”.

Una pequeña extensión aclaratoria es pertinente. Cambiar el punto de vista, en un medio político asfixiante, como lo es el uruguayo, no es un proceso lineal, puro y transparente. Los pensadores políticos, imbuidos en la acción permanente, ( el caso de Zabalza ) no están en torre alguna “de marfil”, ni piensan en el gabinete, rodeado de papeles y libros. Piensan y reflexionan en medio de contactos sociales, actividades prácticas de militancia, con el peso de todos los viejos vínculos, con la carga subjetiva que esto implica. Y que pesa como un lastre que dificulta todo. Mucho más sencillo lo tienen “todos los veletas” militantes que hemos conocido, que como tienen bisagras en la columna vertebral, van de una posición a otra sin ruborizarce, siguiendo –en la mayor parte de los casos- sus conveniencias personales, que en general son económicas, de pesos, carguitos y otros “rebusques” y verdaderos “curros” .

 Jorge Zabalza , en ese contexto del “viejo aparato” es, en parte, exepcional. Baste consignar, para resaltar lo que queremos señalar, las “metamorfosis” de todos los “dirigentes fundacionales” o “históricos”, el caso de EFH, el caso “del picapedrero” Marenales , el caso de Lucía Topolanski “la Tronca”, el caso del payaso José “Pepe” Mujica y varios otros “pro-hombres” más , que - en materia de volteretas - más se parecen a los acróbatas del circo, que a cualquier otra cosa. Y les ahorramos, a los sufridos lectores, todos los “epígonos” que de cualquier manera cabe consignar para referencia: el “bicho” Bonomi, su cónyuge, ahora devenida en matrona y diputada, “el flaco” Agazzi , “el ratón” Rosadilla , cierto viejo compañero de celda (en el Penal de Punta Rieles) con cartel de dramaturgo y escritor  y , tantos, tantos otros, de ambos sexos.

Hay que agregar algo más, para redondear el tema. El cambio de posición personal, particular, se vé además obstruido por otro factor importante: pensar y cambiar en medio de actividades conlleva otro riesgo, las deformaciones momentáneas que imponen las circunstancias. Es como meterse en “un tubo flexible” donde se ejercen presión por los lados y, el producto final “ que sale ”, esta sometido a esas presiones múltiples. No es “libre” sino que esta “deformado”, cargado de impurezas, es producto de las circunstancias, del medio, de las diferentes presiones, convenciones, modos de pensar y “condiciones” que fija el debate. Zabalza en algún artículo ha pretendido eludir el tema señalando que “fue un hombre político” como perífrasis y síntesis aclaratoria, a más de una posición contradictoria de su pasado reciente.

Los que analizamos –y criticamos- esos “frutos” debemos tener la honestidad intelectual de no olvidarlos. Aquí no se trata “de dar leña” y de cualquier manera, se trata –antes que nada- de comprender. Lo señalamos, porque “el rollo es largo”.

Hay finalmente, algo más. La presentación del libro se hizo el 22 de diciembre del año que acaba de terminar. En el evento, Jorge Zabalza , leyó, expresamente, su parte de la intervención lo cual coloca al reseñador y crítico ante un nuevo problema: Por un lado esta el libro, por otro aquella síntesis escrita. Se aparta –en mucho- de los intentos de presentación de sus dos prologuistas: Samuel Blixen y Néstor Cohan , argentino, y es una pieza por demás interesante para los iniciados. En esa pieza escrita Jorge Zabalza quiso señalar su gratitud intelectual con Jorge Torres, Cultelli y Clara Aldrighi así como otros. Es por eso que hemos señalado expresamente en esta nota las dos obras últimas de Jorge Torres tanto el libro del 2002, como el del 2007. Como todos saben, tanto Jorge Torres como Cultelli , son antiguos militantes que están en la lista negra, en el “ index ” por así decirlo de la literatura “oficial” del aparato, en sus dos polos, tanto lo que queda del MLN que hasta hace poco dirigía Marenales, como el actual EME- Pepismo. Clara Aldrigui nó , aunque asestó en sus obras –particularmente haciendo hablar a la militancia- un golpe mortal a las veleidades de EFH de ser el “único” historiador de la vieja epopeya y de paso apuntarse algún “porotito” más en su lista de méritos (táctico genial, estratega insigne, pensador original y otras pretensiones no menos descabelladas). Cuando “habló la militancia” no meramente “las vacas sagradas” todo el basamento y mas de un ladrillo fundamental de la pretensión se fue al carajo. Y por esas grietas empezó a asomar el pensamiento crítico que hasta ese momento había estado bajo siete candados (inclusive los “disciplinarios”), porque en aquellos momentos EFH, la jugaba “del Pepe Stalin” y después cuando perdió en “la interna”, la jugó de refractario, casi de “ trotzquista ” armando “su fracción”, el CAP-“libertario”, que duró electoralmente hablando lo que dura un lirio, como todas las “empresas” de este verdadero “fundidor” de quimeras e insigne “ pianta votos”.

Zabalza agradeció esos aportes como una ayuda invalorable a su nueva obra, y sin embargo, o los leyó parcialmente, o francamente, los leyó mal. Particularmente a Jorge Torres (“alfil” que era su pseudónimo en “la interna”). Porque Jorge Torres que junto con el Dr. Navillat fueron a discutir con el “enviado cubano” que entonces fue el inefable intelectual francés Regis Debray , en el proyecto “oficial y cubano” del foco en Bolivia, que se llevó la vida del Che, EFH, se autoexcluyó del intercambio, simplemente porque al ahora “ idéologo ” no “le daba la nafta” para meterse en ese tipo de debates. Para eso había que tener nivel ideológico y lecturas variadas y múltiples y el “ ideólogo ” estaba, todavía, en la etapa de “andar juntando elementitos” de las conversaciones y exposiciones de otros. Gorrión voraz –lo fue siempre- de las migajas de otros. 

Jorge Torres, después de aquella velada –en el viejo departamento de la calle Rivera, de Violeta Setelich , aguantadero provisional de Raúl Sendic Antonaccio, frente al banco donde cayeron Vique , Santana y Castillo- escribió su librito “Cuba y el Che” con el subtítulo de “la ruta mágica” del 2007. El opúsculo más demoledor que concebirse pueda, a todos los jueguitos de la dirección cubana y su máxima exponente: Fidel Castro. Fueron aquellas páginas –que mas de un “guevarista” juvenil de ahora y muchos que pintan canas con sus viejos amores- deberían leer con provecho. Más de 13 “focos” revolucionarios, en diferentes países, todos, sin exepción fracasados, hasta el final de la triste teoría, que fue la aventura boliviana. 13 o más, para después de ésta última, constatar que “algo andaba mal” en la supuesta teoría “del foco”. Cuestión que más de un “guevarista” de ahora (entre ellos Cohen, el argentino) silencian, a pesar de que puede acceder a la excelente crítica argentina a la misma que significó la teoría y la acción del ERP argentino y su principal exponente teórico “el  Robi ” Santucho.

Jorge Torres, quería señalar que levantar unilateralmente la figura del “guerrillero heroico” era una excelente tapadera para no publicar los informes de la guerrilla con “Manila” y, tantos otros diarios de los participantes que se guardaban siempre en una misma mochila al llegar la noche, no fuera que sus contenidos cayeran en manos enemigas por una sorpresa enemiga que proporcionara motivo para una apresurada fuga. Todo eso nos esta debiendo “la dirección cubana” que después censuró las obras “completas” del Che, persiguió a ciertos militantes destacados como Benigno, y hasta el día de hoy, la jugadita les ha salida redonda, convocando a martirologios innecesarios, de hombres y mujeres jóvenes y valiosos, una sangría absolutamente innecesaria y, en algunos aspectos francamente criminal de ciertos círculos políticos de la burocracia política cubana y de su misma inteligencia.

Con estos señalamientos previos, creemos que muy necesarios, estamos ahora en condiciones de introducirnos en el examen mismo del libro último de Jorge Zabalza , y ya hemos adelantado que “el rollo es largo”.

 

El canto del cisne del foquismo 2

 

El reciente libro de Jorge Zabalza “ La experiencia tupamara (pensando en futuras insurgencias)” se compone de 18 capítulos (la ficha completa del libro la hemos dado en un artículo anterior).

Los tres primeros capítulos son un gigantesco fresco histórico donde la historia nacional se entrelaza con los acontecimientos internacionales. Un formidable trabajo hecho a base de pulcritud y muchas lecturas, con manejo además de cifras y estadística. Más de una vez en su lectura, uno asiente y acuerda, con más de un giro, una frase, una observación, alguna que otra reflexión.

Pero,… ay!! -como me acota un amigo- el “todo” es un soporte, una apoyatura para enfocar mejor “ postulados teóricos previamente determinados”.

Y el postulado teorico previamente determinado es “el foquismo”. Zabalza sigue postulando el foquismo con el cual nació a la vida política cuando dejó de ser “el muchacho calavera” que hasta ese momento había sido. Del guerrillerismo urbano al insurrecionalismo –su última manía- Zabalza sigue creyendo en el “nucleo selecto” de “militantes de fierro”, impolutos, moralmente intachables, en suma, una variable más del voluntarismo.

Jorge Torres ha demostrado el basamento “idealista” de toda esa pretensión. De ese pretendido “hombre nuevo”, que nos guiará al socialismo. El camino de la quimera esta lleno de fracasos y de cadáveres.

Y las pruebas al canto, ahí está su viejo “patrón” (EFH), del cual Zabalza fue “peón” demasiados años. La “troika” EFH, Marenales, el “Pepe” Mujica, sostiene la variable elitista pero conservadora “de los combatientes” y sus supuestos “pactos” y “acuerdos” con la corporación militar. Y, de ese primer supuesto se salta al segundo: que esa alianza –eventualmente, quizás (¡?) es el “motor político” de “un cambio” en el Uruguay.

¿Es necesario decir que el ideal socialista es algo completamente diferente de estas elucubraciones? ¿Leyó Zabalza alguna vez las referencias al “socialismo cuartelero” con el cual Marx ridiculizaba las pretensiones de Lasalle de hacer una alianza política…con Bismark para hacer “los cambios” en Alemania?

Zabalza con su “insurreccionalismo luxemburguista” parece creerlo, vendría a ser… la “variable democrática, progresiva”, pero dentro del mismo dislate general del viejo foquismo. Todo esto lo analizaremos más adelante.

Desde el capítulo primero “Un modo pacífico de dominación” intenta un resumen histórico del Uruguay moderno. Es un relato histórico teñido del “blanquismo” nacionalista original del cual proviene una parte del núcleo familiar de Jorge Zabalza.

Como relato histórico tiene demasiadas carencias particularmente su fobia “antibatllista”. Batlle -según ese relato- era una especie de Prometeo maldito, que hizo “reformas” con la finalidad exclusiva de perjudicar a la izquierda incipiente y raquítica de entonces. Nada más falso y separado de la realidad.

Batlle, el Batlle original, José Batlle y Ordoñez, era antes que nada un hombre de su tiempo. Había vivido la experiencia del militarismo, pero había vivido también (y participado activamente) en la lucha política contra el mismo y sus consecuencias. Fue soldado “de base” en la Revolución Tricolor y en ella se destacó como un combatiente sereno y valiente. Al mismo tiempo, como los civilistas de su época (que pasaron a la historia, por su vacuidad, bajo el mote de “los principistas”) se oponía radicalmente al atraso de las relaciones patriarcales y casi feudales de su país, que era esencialmente bárbaro y rural.

Zabalza pretende juzgarlo a partir de su rechazo a la Comuna de Paris, que según Zabalza habría presenciado. ¿Es necesario señalarle que todos los que alguna vez han presenciado el derramamiento de sangre, las guerras y las revoluciones, no sienten simpatías por esos episodios? La guerra es la barbarización del hombre y hace aflorar en los mismos la indiferencia por la muerte, la brutalidad, y las pasiones más bajas del ser humano.

Dejémonos –particularmente nuestra generación- de andar glorificando el heroísmo, la combatividad y los martirologios!!! Si toca en el destino de un hombre (o mujer) ser combatiente hará bien en cumplir con su deber porque a los enfrentamientos se va a matar o a morir, pero dejémonos de embellecer la circunstancia. La guerra es…un gran crimen colectivo!!!

No hay solamente una literatura blanca al respecto (los cuentos de Javier de Viana, toda la obra “patriota e histórica” de Eduardo Acevedo Díaz) sino que además existe toda una literatura histórica reciente (ver J.P. Barran y B. Nahum “Historia social de las revoluciones de 1897 y 1904” Edic. Banda Oriental, 1994, Tercera edición, 221 págs.) que demuestra que el "problema social” del Uruguay moderno (y alambrado) con su secuela de pueblos de ratas, para nada encontró solución en la guerra civil. “Aire libre y pulpa gorda” y además quemar “postes de alambrada” para comerse la vaquillona “de cruza” y hacer “el asadito” revolucionario podrá parecer muy heroico y edificante, pero no solucionó los problemas de fondo.

Tanto la burguesía urbana, la colorada y la blanca,( que traicionó siempre a los revolucionarios) no tenían ningún proyecto social colectivo hasta Jose Batlle y Ordoñez, mas que el de enviar al pobrerío rural y a los inmigrantes urbanos recientes (los “naciones”) a matarse “entre ellos” en el campo de batalla con el recurso de “la leva forzada”. Demasiado bien sabe Jorge Zabalza estas cuestiones desde Timoteo Aparicio allá por el 1870 hasta Aparicio Saravia allá por el 1904, inclusive el más pre-claro de todos ellos, Basilio Muñoz, no llegó nunca a elevarse más allá del “anti-imperialismo” y eso, en 1933!!!

Batlle era un social -liberal burgués de su tiempo, así como Artigas, mucho antes, dejó a su hijo “esclavos”, lo cual ni les saca ni les pone méritos a sus respectivas gestas. Es tiempo -más que suficiente- para examinar críticamente todo y no seguir montado en viejas semi-verdades y mitologías del “medio pelo” del que esta llena la izquierda uruguaya y la legión “de confundidos que andan en la vuelta”, como acostumbraba a señalar, certeramente, el difunto “Urraca” Modernel!!!

Por el 1900, los tiempos de Batlle, la puja “interimperialista” por el dominio del mundo que llevaron a la primera gran guerra, habían sido precedidos después de la derrota de la Comuna de Paris de 1870, por una bonanza capitalista que duró sus buenos 30 años. Un crecimiento sin precedentes de la economía burguesa y un florecimiento de la cultura que parecía no tener fin. Los observadores atentos, sin embargo, presentían la guerra que llegaría finalmente en 1914, particularmente los socialistas y muy especialmente dentro de ellos, el ala joven en la que militaba Rosa Luxemburgo, Lenin y otros. Era posible hacer política y economía en el espacio que dejaban esas disputas entre las –entonces- potencias centrales y europeas. Con una parte muy considerable del comercio internacional de carnes, la renta de la misma y una población escasa, era posible llevar adelante “reformas” sociales avanzadas. Se hicieron dentro del espíritu avanzado del liberalismo social y no para “joder” a los socialistas, que en América eran pequeños y raquíticos por la casi inexistente actividad industrial.

Todo esto se lo saltea, “olímpicamente”, Jorge Zabalza.

Otra cosa muy distinta será “el neobatllismo” de Luis Batlle Berres. Zabalza parece querer fundirlos en uno, lo cual nos parece -desde el punto de vista histórico- una asociación abusiva, arbitraria, con el único objetivo de echar agua para su molino de “la revolución y el clasismo” que últimamente se ha convertido en su manía más obsesiva.

De 1900 a 1950, el país cambió y esos cambios fluidos que provocan los desarrollos históricos, parece escapársele a Jorge Zabalza, que cree que las realidades económicas y sociales son estáticas, inmutables. Digamos –enfáticamente- que no es así, sin ponernos liricos con la “dialéctica”.

Vayamos ahora, a sus acercamientos “tácticos” (¡?) con “los comunistas con carnet”.

Los comunistas uruguayos que ya en tiempos del “neobatllismo” andaban a la caza de “alianzas” solicitaban que se les considerara como aliados en el proyecto neobatllista. Luis Batlle los descartó por su ínfima representación parlamentaria, que en la práctica no les servía para nada.

Pero la misma paciente insistencia que los comunistas pregonaban con la burguesía política neobatllista, se convertía en sectarismo incruento contra los socialistas y los anarquistas en el movimiento sindical, sus hermanos de clase. Allí, en lugar “de la unidad”, todo estaba permitido, desde el divisionismo de la UGT, las huelgas acordadas para después traicionarlas y jugar a la división de los sindicatos que no podían controlar, las campañas de calumnias contra líderes obreros que no se les sometían y las maniobras más arteras y miserables en las asambleas obreras y en las negociaciones con las patronales burguesas.

Era voz populi, entre los sindicalistas, -que no eran solamente los activistas socialistas u anarquistas - que los “comunistas” eran unos “maniobreros sin principios” en los cuales no se podía confiar. La fama “de maniobreros” los sigue acompañando.

El mito de que los comunistas son unitarios, es solamente eso, un mito. Mito repetido por todas las instancias burocráticas del partido y su prensa y propagado como artículo de fé entre la sufrida militancia afiliada. Hector Rodriguez el dirigente textil comunista que sufrió aquellas campañas muchas veces comentó el tema en sus ocasionales prisiones y las pudo resistir gracias a que la base textil fabril, lo apoyó y no lo dejó solo ante la prepotencia del aparato. Son los capítulos sectarios y ocultos de la práctica sindical y política, de una parte de la izquierda, en el movimiento de masas. De lo que nunca se habla, pero que todos sabemos.

Lo mismo sucede con su intento de síntesis acerca del “marxismo” del PCU y su principal líder –el bien difunto- Rodney Arismendi. Zabalza en su libro lo califica de “profundo conocedor del marxismo” (ver pág. 43 de la cit. Obra).

El Sr. Arismendi, no fue “un profundo conocedor”…de nada, sino más bien un maniobrero menos sectario que su antecesor Eugenio Gómez, pero también un estalinista típico (inclusive un pedófilo). Nada más y nada menos. Lo que los “comunistas con carnet” quieran creer, todas sus mitologías, artículos de fé y sectarismos varios, hacen bien en circular “en su interna” y que se los crea el bobeta que quiera, pero los que no tenemos carnet de comunistas, ni nos interesa, no tenemos porqué andar buscando acercamientos con los mismos. Allá ellos con sus mitos y mitologías!!!

Le recomendamos a Jorge Zabalza la lectura de una obra reciente de Gerardo Leibner Camaradas y compañeros ” edit. Trilce, de 632 págs. y si se le despierta la curiosidad intelectual, un complemento necesario: “?Nos habíamos amado tanto? , obra colectiva de Federico Martínez, J.P. Ciganda y Fernando Olivari, 2012, edic La Bicicleta, 567 págs. Son dos “ladrillitos” convenientes y educativos, absolutamente necesarios para salir de la literatura a que los “comunistas con carnet” nos tienen acostumbrados, particularmente los mamotretos del difunto Turiansky, los del también difunto Jaime Perez, para no hablar de los “nuevos” del “renegado” Valenti. De Lorier, el último “timonel” conocido, mejor no hablamos, vaya cualquiera a ver las cosas que ha escrito, para comprender que el hombre no dá la talla.

El estudio del marxismo –además (y como si fuera poco!!!)- no existió nunca en el Uruguay, fuera de las lecturas particulares de algunos estudiosos que ni siquiera tenían escuela o cátedra en la cual difundirlo. Lo que en Uruguay existió fue la versión marxista de los “leninistas”, lo que se conoce como “marxismo-leninismo” y que es un invento del difunto Stalin y de la vieja URSS y sus intelectuales “de manual”, que el Che ridiculizó perfectamente bien.

Ese estudio del marxismo esta por hacerse y cuando nos llegó al Uruguay en sus formas mas serias nos llegó desde la Argentina o desde el exterior. No hay un solo pensador marxista uruguayo en la colección de pensadores latinoamericanos que valga la pena, que se haya editado y sea reconocido internacionalmente.

Aquí –y entre “el medio-pelo”- lo que existieron siempre fueron “modas”, “ondas”, superficialidades y noveleria. La moda “marxista-leninista”, la moda cubanista, la moda debraísta, la moda Althuseriana, los trataditos de la Marta Harnecker, la moda de Negri y “su imperio”, la moda del “socialismo del S. XXI” y, tantas otras boludeces más. Arismendi era un “guitarrero-payador” formado en la escuela de Stalin, no fue otra cosa nunca, ni lo pretendía. Cultelli, que entre nosotros la posaba de “marxista” y de “dialéctico”, no era nada más que un repetidos de Lefevre, el francés. Y en cuanto al “luxemburguismo”- tan mentado últimamente- de Raul Sendic, falta todavía el estudio serio, profundo, sobre el tema de si ese “luxemburguismo” no era más bien un posición a la que se veía forzado por la hegemonía en el viejo partido socialista, del marxismo frugoniano, de la Segunda Internacional, que era un remedo (no una copia, atención!!!) de Juan B. Justo, el marxista socialista argentino.

Todas estas cuestiones es preciso empezar a decirlas, particularmente en estos tiempos donde con hombreras de algodón “cualquier alfeñique la va de atleta”. O dicho de otra manera, el “marxismo” de Zabalza no vale un comino. Son simples balbuceos “materialistas”, marxismo elemental, sin originalidad y teñido además de elementos de su “blanquismo” original no muy bien digeridos.

En una cosa, sin embargo estamos de acuerdo con Zabalza: la visión estalinista de la “democracia avanzada” se ha conretado en estos que vemos como la práctica política del “progresismo frentista” en el gobierno.

La “democracia avanzada”, el “gobierno en disputa”, ha salido de la teoría para plasmarse en realidad. La búsqueda del “burgues honesto” es el desencuentro con una quimera, la concentración agraria ha aumentado, la extranjerización de la propiedad de la tierra (25% de la superficie útil), el envenenamiento de las aguas, el aumento del éxodo rural, el cretinismo “representativo y parlamentario” vigente, la burocracia estatal aumentada, el reino de los caraduras, de los improvisadores y de los trepadores, la corrupción generalizada del consumo, el movimiento sindical prostituido y burocratizado, la falta absoluta y la bancarrota del ideal socialista. A esto, llevaban las tesis políticas de ese “profundo conocedor del marxismo” que -dice Zabalza- era el difunto Rodney Arismendi y…además,… la liliputez casi microbiana de su “aparatito” comunista que no supera –electoralmente hablando- el techo de los 60.000 votos.

Todas estas cuestiones están ausentes en los capítulos iniciales del libro reciente de Jorge Zabalza. Es –por tanto- un intento de síntesis histórica más que discutible. Y una mala introducción para la pretensión de una “experiencia tupamara” con vista a “futuras insurgencias”.

Pero ya que estamos en el tema hay algo más que debe señalarse. La revolución cubana original despertó el entusiasmo y la aprobación de enormes multitudes, millones de hombres y mujeres la vieron con simpatía y esa simpatía se transformó en apoyo militante cuando comenzó a ser hostilizada constantemente por el imperialismo norteamericano. Derrotar en Bahía de los Cochinos a las fuerzas invasoras, entrenadas, financiadas, armadas y logísticamente apoyadas por los Estados Unidos, puso al rojo vivo, viejas cuestiones de la ingerencia norteamericana en el pasado. Estados Unidos vió en el desafío una amenaza en su propio “patio trasero” el coto particular de saqueo privado de esa nación. Lo mismo sintieron las oligarquías locales, aquí estaba en entredicho la brutal explotación agraria, casi feudal, donde cualquier atropello y abuso estaba permitido. Esa “dualidad” entre la explotación capitalista urbana y “el atraso” en las relaciones agrarias, era – hace cincuenta años - el talon de Aquiles fundamental del capitalismo dependiente en America Latina. Hoy día, aunque queden bolsones –todavía inmensos- en ciertos países de ese atraso, el capitalismo y las relaciones capitalistas han avanzado…solo para provocar nuevas catástrofes sociales y en el medio ambiente.

En Cuba, las relaciones sociales en el campo, después de 56 años de “administración socialista” han arruinado completamente al país. Lo dicen las mismas autoridades oficiales cubanas, los más que geriátricos dirigentes de la gesta revolucionaria de otrora. Decía el Sr. Raul Castro, cuando no era la autoridad máxima como es ahora: “Aquí no hay socialismo, lo que hay es sociolismo” . Es decir, el mismo problema que existía en los países del “socialismo real” antes de la “implosión”.

Es enorme la cantidad de testimonios –inclusive aquí, en Uruguay- que lo atestiguan. Pero vaya cualquiera a discutir el tema en reunión del movimiento social y/o sindical y se enfrentará a los defensores de la alta burocracia cubana que repetirán el argumento “del bloqueo” y se negarán ferozmente a reconocer los errores propios. Si ayer se trataba por todos los medios de defender “la gran patria de los trabajadores” hoy, lo mismo, se vuelve a repetir con la isla del Caribe. Y por los mismos agentes políticos que antes.

Cuando esa revolución, a pocos años de haber derrotado a Batista, tomado el poder, e iniciar las transformaciones sociales en Cuba, tuvo que teorizar acerca de lo que había sucedido, y de su peculiaridad, inventó “la teoría del foco”. Fidel Castro, Guevara y el intelectual francés Debray fueron sus expositores principales. Cualquiera que haya –en su momento- estudiado aquel debate, sabe y puede enumerar las criticas fraternales que les hicieron otros que habían estado en la lucha armada, en las guerrillas y que por tanto conocían perfectamente bien de lo que estaban hablando. En Monthly Review –de entonces- hubo artículos señeros por los que habían peleado en las Filipinas, entre “los Huks”.

Desde el comienzo con el guerrillerismo esta presente “la desviación militarista”, y ésta se repitió una y otra vez. Pero una enorme cantidad de jóvenes latinoamericanos prestaron oídos sordos a aquellas voces, apremidados por sus aspiraciones y ansias de “hacer la revolución”(una revolución para qué?) y estimulados en sus esfuerzos por la dirección política cubana. Jorge Torres ha analizado perfectamente el problema y lo ha atendido en dos de sus últimos libros que hemos mencionado anteriormente. No es la primera vez que lo señalamos, lo hemos hecho repetidamente a lo largo de varios años, pero estamos convencidos de que señalarlo, es un poco en vano. El hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces con la misma piedra del camino y proseguir ufano como si nada hubiera pasado.

Jorge Zabalza, en éste, su nuevo libro, insiste una vez más en variaciones sobre el mismo tema. Se trataría, ahora, de que “el hombre nuevo”, la cofradía de los selectos, no se separe mucho “como vanguardia” de las aspiraciones colectivas de las masas. Como se vé unas pocas necesarias correcciones, casi cosméticas, son capaces de modificar el curso, y salir victoriosos, superando los escollos del pasado. El planteo es de un mecanicismo enervante. Solo… que Zabalza en 21 años (si tomamos la fecha “de su ruptura”, 1994) o en 30 años (si tomamos la fecha de 1985) no ha podido encontrar entre sus viejos compañeros el “equipo” que le “haga pata” para la empresa. ¿No ha reflexionado de que por algo será? ¿Que algo falla en su teoría?

No nos adelantemos, sin embargo, a los acontecimientos. Dijimos que el libro contiene 18 capitulos y hemos analizado solamente los primeros tres. Dijimos también en el artículo anterior “que el rollo es largo”. Así que recomendamos- a los posibles lectores- un poco de paciencia. Falta, algo más que el rabo, por desollar.

 

 

El canto del cisne del foquismo 3

 

Los capítulos 3 al 9 forman posiblemente el núcleo más importante de “La experiencia tupamara”. Abarcan casi 7 años de actividad política del viejo MLN-Tupamaros y es un período en el que Jorge Zabalza se mueve con completo conocimiento de causas y efectos. Un periodo en el que fue –actividades y prisiones- protagonista activo.

El período forma también parte del terreno y los episodios más conocidos y que se pueden encontrar en la mayoría de los libros, pero a diferencia de los otros narradores -inclusive la visión del más conocido entre los “históricos” (EFH)- la visión de Zabalza presenta singularidades propias, introduce el realismo del análisis, la reflexión, y no pocos pasajes de observación crítica.

Lo que hemos querido calificar como la “visión apologética” de la historia de la vieja epopeya tupamara tiene la carencia fundamental de no introducir evaluaciones críticas en el análisis. Ni en la narración casi de “aventuras” de EFH, como en la más realista de Rolando Sasso, que con más trabajo de campo, entrevistas y reportajes, nos brinda a través de la narración elementos críticos o, críticas que se desprenden del mismo relato, de la mera narración. En Zabalza por el contrario –éste es su punto fuerte- la reflexión crítica, la frase, la observación, está presente en todos los capítulos. Enlaza una crítica con las otras para ir configurando su particular aporte. Es por eso que su obra es muy superior a las versiones “oficiales” de “lo que queda” después de las transformaciones del viejo aparato.

Hay también un enriquecimiento notable de datos, de complementaciones necesarias, inclusive información inédita sobre composición de los círculos conservadores, sus alas más reaccionarias y sus actividades. Trabaja en el mismo terreno que otros han trillado, pero de una manera original, con perfil propio. Algunos capítulos son francamente brillantes, Zabalza se mueve entre los datos cronológicos con soltura, firmeza y elegancia. Los ordena –a veces- a voluntad propia, saltándose las cronologías establecidas, pero lo hace para resaltar con más efectividad puntos que considera necesario enfatizar. Su lectura dejará al lector agradablemente sorprendido y le hará surgir más de una sonrisa de aprobación.

Es aquí –posiblemente- donde la visión crítica de Jorge Torres “La derrota en la mira” (2002 ya citado) tiene sobre él mayor influencia. Se impondría una lectura comparativa de ambos, para establecer las similitudes y diferencias, pero esa tarea se la dejamos a los lectores curiosos augurándoles que será una lectura edificante y provechosa. Sin embargo, para nosotros, exige un tiempo del cual no disponemos, después que hemos encarado estas notas de crítica. Empezada esta serie de notas, el reloj y los tiempos apremian. Los tiempos pacíficos que vivimos, el mismo verano, son más que convenientes –para los lectores jóvenes- que quieran paulatinamente introducirse en la buena práctica de las lecturas metódicas, la toma de notas, las pausas de reflexión y, otras necesidades intelectuales válidas. Recomendamos además, que esa tarea se realice colectivamente, entre amigos, preocupados seriamente por el tema.

Jorge Zabalza en este conjunto de capítulos pinta, nuevamente, un fresco de gran tamaños: en él se entrelazan los acontecimientos nacionales, las diferentes corrientes políticas en que estaba divida la opinión pública, ciertos acontecimientos políticos que tuvieron su epicentro en Cuba (con influencia en los sucesos uruguayo y particularmente en la nueva izquierda) y la multitud de peripecias que atravesó el viejo MLN-Tupamaros en su etapa fundacional, con sus primeros pininos de violencia, los retrocesos a veces brutales que implicaba la represión y el desmantelamiento casi total del esfuerzo, la recuperación del mismo gracias al esfuerzo de sus militantes y el creciente apoyo popular que lo hacía posible. Fue el periodo en que una nueva izquierda irrumpió en la escena uruguaya, liquidó por la vía de los hechos una serie de diferencias con la izquierda contestataria rival y se afirmó como una posibilidad seria de vanguardia no solo en la conciencia colectiva, sino que también conquistó la sorpresa y la admiración en el resto de América, Cuba incluida. Fue el proceso de nacimiento, primeros pasos y afirmación definitiva del viejo MLN-Tupamaros.

Pero Zabalza que conoció demasiado bien el final de la historia (y en carne propia!!!) no se queda en la visión complaciente, autosatisfecha. Por el contrario, minuciosamente va anotando los aspectos negativos, críticos, en una cadencia creciente que culmina en el capitulo 7 “Telaraña o autorganización” , posiblemente el más logrado, de este conjunto de capítulos que analizamos. Allí brillan algunas reflexiones sobre la relación vanguardia revolucionaria en la relación con la masa del pueblo con un vigor y poder de imaginación verdaderamente dignos de felicitación. Se despliega con todas sus galas, su actual visión insurreccional. Es, indudablemente, un horizonte perfectamente vislumbrado, analizados desde diversos ángulos, con riqueza notable de inventiva.

Ya hemos señalado que no compartimos lo subyacente (el foquismo) del cual el mismo esta impregnado, pero Zabalza no es “un radicaleta”, es un revolucionario en serio, que no se guía por rabietas ocasionales u, estados de ánimo. Sus reflexiones las hace desde “el cuero propio que dejó en la alambrada”, cuestión que una mínima seriedad intelectual obliga a considerar.

Hay libros cuya finalidad es convocar a la acción (éste lo es, eminentemente) y como sus destinatarios son hombres y mujeres jóvenes, los destinatarios de “futuras insurgencias” y sabiendo –como lo hemos constatado- que hay jóvenes que -en monografías y trabajos de estudio- han tomado la “historia reciente” como el tema de esos trabajos secundarios y/o universitarios, nos atrevemos a dar estos consejos: los trabajos “de afilamiento” teóricos son hoy más necesarios que nunca, para salir “de los vicios” intelectuales, de las “modas” y de las “ondas”, de todas las novelerías que eran muy comunes en la vieja izquierda y, que en la juventud asaltan a esas nuevas generaciones que sienten “que saben muy poco” de lo que pasó hace ya sus buenos 40 o 50 años.

Por enfocar “el pasado reciente” con liviandad, sin seriedad –cuestión que hacen muchos periodistas y escritores de la “prensa seria” (y burguesa) nos llevamos “sorpresitas” como el verdadero “papelón” que hace bastante poco tiempo protagonizó ciertos periodista “estrella” del diario “El Observador” cuando tenía “la primicia” de una entrevista con H. Amodio Pérez y terminó después de una entrevista muy deslucida, confesando el “hastío” que le provocaba “la historia reciente” (por su mal manejo de lecturas y su falta de notas y fechas) para las preguntas, que el entrevistado, le remarcó con sorna (para que se dejara “de cancherear”), es más que suficiente.

Seguir, en una publicación “progresista”, el semanario “Brecha” las constantes pifias de algunos de sus reporteros, cuando enfocan estos temas, es también notable para el observador que sabe de lo que se habla. Y la juventud de ahora, que tiene medios muy superiores a los de nuestra generación (la del libro y la máquina de escribir) porque puede aventurarse por las vías cibernéticas es,- como todas las juventudes- curiosa, pero también robusta y maliciosa. “Los chicos crecen” señalaba escuetamente el dirigente sindical Ruben Sassano, cuando cierto joven que alguna vez fuimos se animó a discreparle a la “vaquita sagrada” que fue -en su momento- el difunto militante Cultelli, dejándolo atónito, sorprendido y bastante molesto.

Pero… nos vamos del tema…

Una cuestión que es básica y central cuando hablamos del “foquismo” es que debemos separar entre sus iniciadores (Fidel Castro, Ernesto Guevara y Regis Debray) algunas cuestiones que son importantes: Guevara que fue la principal víctima de “aquella teoría” era “foquista” pero también era “algo más”. Su grandeza trasciende “su foquismo” y no se agota en el mismo, va –incluso- más allá, como lo atestiguan sus estudios de economía y sus reflexiones sobre “el socialismo real”. Y es una excelente muestra del revolucionario que supo combinar la teoría y la acción, el pensamiento y el compromiso.

La “teoría del foco” además era un intento de reflexión teórica sobre un hecho que hoy –después de la “implosión” del “socialismo real”- esta tan vigente como en los primeros debates que se dieron al seno de la “primera revolución obrera victoriosa” en Rusia . La revolución socialista no puede lograrse, desarrollarse y consolidarse a menos que se extienda al mundo entero. Hoy este tema ha vuelto a tomar vigencia después de la experiencia histórica –que fue su perversión- del “socialismo en un solo país”, el núcleo central del mito estalinista. Esto –hace sus buenos 55 años- lo tenía muy claro la dirección política cubana y muy especialmente -y con mucha consecuencia- Ernesto “Che” Guevara. Por eso el “foquismo” debe considerarse bajo el prisma de esa cuestión central, como un “subproducto” de la misma.

Sirva esta observación, para la taréa de “hilar fino” cuando nos referimos “al foquismo” del Che Guevara. Si lo señalamos entre sus iniciadores no es solamente porque él lo menciona en sus libros reiteradas veces, sino además porque sus observaciones contrarias al inicio de la actividad armada en Uruguay (discurso en el Paraninfo) han sido la coartada perfecta para los argumentos de EFH, -documentados tantas veces!!!- y que Jorge Zabalza sigue (ver págs. 48 a 52 de la citada obra).

Finalmente –algo más- el foquismo no es sinónimo de actividad guerrera, militar, de accionar político con las armas en la mano meramente. El foquismo es una variable –la cubana - de un accionar que las corrientes socialistas no pueden descartar: la actividad armada. El principal expositor de la misma fue un intelectual francés, Regis Debray, pero a nadie se le oculta que “el bombo” que se le daba a sus dos primeras obras (“El Castrismo: la larga marcha de Am. Lat” y “?Revolución en la Revolución?” 1967), la rápida difusión editorial de las mismas, el repentino papel plenipotenciario que tenían sus viajes y las tareas encomendadas al mismo en América Latina con respecto a la aventura de Bolivia, tenían detrás el respaldo de la más alta jerarquía política en La Habana, Fidel Castro.

Jorge Zabalza cuando para justificarla invoca ciertos documentos internos del viejo MLN-Tupamaros, se repite en la misma soberbia inconsistente de su antiguo “patrón” (EFH). Se copian el uno al otro, lo cual demuestra –por más que invoque Zabalza su agradecimiento intelectual a ciertos críticos (Jorge Torres el principal o, Cultelli)- que sigue teniendo la misma visión unilateral que se impuso en aquellos tiempos.

Justamente, el aporte crítico de Jorge Torres, fue especificar en su libro “La derrota en la mira” esa particular evolución que tomó en Uruguay aquel foquismo como padre putativo del “aparatismo” y del “militarismo verticalista”. Tomar las armas, usar las armas, evitando el “fetichismo de las armas” que puede –eventualmente- seducir a tantos es, en esto, una cuestión central. En China –en condiciones muy especiales- este tema logró plasmarse en una consigna sintética: “el partido manda al fusil” una fórmula –salvando las circunstancias y el tiempo- absolutamente precisa. ( Los corchetes tienen la finalidad de que no nos acusen de “maoistas” que nunca lo fuimos ).

O dicho de otra manera “los ferreteros” para poder ser “ferreteros” primero tienen que entender “de política”. Y eso hay que tenerlo muy claro. Por no estar claro entre los “históricos” el problema, por no intervenir, conducir, y clarificar permanentemente el problema, es que la denominada “desviación” se afianzó y, finalmente, fructificó en una derrota estruendosa.

La vida misma, la reflexión personal, llevó a decenas de militantes, apenas salieron de las prisiones y tomaron contacto –en otros países- con la realidad, fue justamente, tomar cursos de ciencias políticas. Tanto en Chile, como en Cuba, como en los países europeos. Y lo hicieron porque esos cursos no se impartían en Punta Carretas, donde existieron más que condiciones propicias para encarar el tema y orientar verdaderas campañas de “educación política” de la militancia. Las discrepancias de ciertas corrientes de compañeros (entre otras la pésimamente denominada “Microfracción”) es una muestra evidente de lo que señalamos. Y el gran fracaso de la dirección “histórica” y de los “históricos” y “vacas sagradas” fue justamente no poder, no saber y no ejercer “la conducción”.

Los revolucionarios argentinos del ERP, tenían muy claro el tema de “aprovechar” la estadía en las prisiones, para reforzar la capacidad de estudio y lectura de sus militantes. Y su máximo dirigente Roberto Santucho ejercía casi un rol rectoral en incentivar esos estudios (obligatorios para los cuadros superiores), supervisarlos y planificar el tiempo de estudio entre las actividades físicas y las intelectuales. Las tribulaciones de ese formidable revolucionario que fue “el Pelado” Gorriarán y sus “sudores” y dificultades con cierto texto marxista clásico (y Gorriaran tenía estudios universitarios en economía!!!) hacen de la narrativa de esas peripecias unos de los aportes más simpáticos de su relato.

Si eso se hubiera aplicado en Punta Carretas, más de una “vaca sagrada” habría mostrado –ya entonces- lo que después han demostrado hasta la naúsea: que eran unos “verdaderos troncos patrias” en materia de capacidad para pensar, que tenían carencias y agujeros fenomenales en su formación política básica, todo lo que después mostraron plenamente luego de la liberación de 1985 cuanto tuvieron que encarar una vida política “abierta” sin las prenumbras protectoras de la clandestinidad, el secretismo, la “fama” y el aparato.

El drama del viejo MLN-tupamaros –lo hemos dicho varias veces a lo largo de ya demasiados artículos anteriores- es no haber sabido discutir con “sus bases” cuando planteaban estas cuestiones críticas. Y la carencia fundamental de la militancia tupamara es su formidable atraso político, su falta de ejercicio en el estudio, el razonamiento, el debate y el tratamiento correcto de diferencias.

La “nueva izquierda latinoamericana”- y el viejo MLN-Tupamaros, fue parte de ella, por méritos propios- tenía, cuando surgió, delante de sí una tarea de verdaderos gigantes: no solo la lucha en sí, además la diferenciación concreta con “la otra izquierda” (la parlamentaria, la estalinista, la socialdemocrática, y sus secuelas de reformismos y “etapismos”). En el caso tupamaro hubo prolongados procesos de discusión y los documentos conocidos son síntesis de esas discusiones donde hubo “materiales, observaciones, aportes”, que se dejaron para considerarlos “mas adelante” (de ahí “las búsqueda” de ciertas carpetas que perdió en algún balneario EFH, cuando quiso hacer “su historia, de desorejado, que siempre fue).

Lo conocido era lo que se aprobaba en función de las circunstancias. El tema de esas “discusiones perdidas” resurge también en Jorge Torres, por eso es importante esta nota de Zabalza con la que cierra (ver capítulo 8 de su libro) pág. 112: “Aquella confianza de los 60 en la potencialidad del pueblo para salir a la calle a hacer su revolución , fue sustituida en los 70 por una confianza desmesurada en la capacidad del aparato armado para derrotar a las fuerzas conjuntas de Policía y Ejército. Cada vez más alejados de la idea del “pueblo armado y organizado”, nuestra política con armas fue dejando de ser una traducción de los sentimientos e ideas del pueblo trabajador. El concepto de doble poder se restringió a la correlación de aparato contra aparato y condicionamos la emancipación social a los triunfos y derrotas de la fuerza guerrillera . La Columna 70 creada para el trabajo de masas, se abocó a tender la telaraña organizativa hasta el pueblo no organizado… ni se nos ocurrió que su tarea era estimular el desarrollo autónomo de las fuerzas populares” .

Y con este párrafo que nos parece revelador (y que honra a Jorge Zabalza) queremos cerrar esta tercera entrega…

 

El canto del cisne del foquismo 4

 

Desarrollaremos ahora –en esta recensión-crítica- de “La experiencia tupamara” de Jorge Zabalza, el período que vá de diciembre de 1970 (“apoyo crítica al Frente Amplio”) al 27 de mayo de 1972 (caída –en realidad “entrega”- de la Carcel del Pueblo). Es un período histórico que abarca desde el capítulo 9 “Se recompone la vía electoral”, al capítulo 12 “El desbarranque” . Dejamos fuera –específicamente- el capítulo 13 “El documento No. 5” porque el mismo trata de cuestiones ideológico-históricas que nos retrotraen a otras cuestiones -histórico- críticas- que ya hemos tratado en el segundo artículo de esta serie.

Zabalza encara en tres capítulos dos años de actividad política que se cierran con una derrota estruendosa. Parece, después de tantos años de aquella, que todavía no ha podido comprender a cabalidad las causas que llevaron a aquel “desbarranque”. Es aquí donde brillan –por sus carencias notables- toda una serie de “explicaciones” que todavía tienen “recibimiento” entre los restos que sobreviven del viejo aparato. Es también aquí donde el análisis de Jorge Torres, en su libro del 2002 es más certero.

Cierto corresponsal-aparcero me hace llegar –después de haber leído las primeras dos notas, algunas observaciones pertinentes: la experiencia tupamara tiene –además del ombliguismo uruguayo referido al tema-, otra cuestión que es valiosa: la guerra de guerrillas es más antigua que el “foquismo” y más de una toma de armas en América Latina se realizó después de haber sopesado muy cuidadosa y críticamente el tema : verbigracia en Colombia, donde la guerrilla antecede en 10 años al triunfo de la revolución cubana.

Comenzemos con la “recomposición” de la vía electoral. La misma fue apoyada, pero críticamente, con un documento notable del viejo MLN-Tupamaros. Era –por así decirlo- la “revancha” ante otro evento electoral, donde la izquierda se presentó dividida (el año 62) entre la “Unidad Popular” y el “Fidel”. De aquella derrota salió -entre militantes de la izquierda- el debate sobre “las vías” para llegar al poder político e iniciar un proceso de “cambios” en el Uruguay. En aquella derrota también puede situarse “el origen” de la toma de posición que llevaría al MLN-Tupamaros original.

Ya hemos dicho (ver artículo anterior) que los resúmenes de esos materiales estaban en la memoria de mucho militantes iniciales, pero además están (o estaban) escritos y agrupados en carpetas. Los documentos conocidos eran resúmenes o síntesis y toda una serie de temas discutidos se guardan “para más adelante” retomarlos, integrarlos y actualizarlos. Es además, a través de esos materiales, que EFH fue haciendo su ascenso en la interna, donde la mayoría de los militantes eran reacios a “meter lápiz”, pero no él. Por tanto tuvo conocimiento de discusiones más amplias y de temas “que quedaron en el tintero”. Lo señala el mismo EFH en sus “historias”, pero lo señala también otro testigo y aportador fundamental de los mismos: Jorge Torres y lo plasma en su libro del 2002 “La derrota en la mira”.

Hoy, 53 años después de todo aquello, con una derrota estruendosa a cuestas, deberíamos comenzar a razonar, no sólo que cambió el país y cambió también el mundo, sino otra cuestión que está ligada: la perversión de las realidades políticas y sociales, en las que alguna vez creímos.

Esa es la base material –creemos- de los “renunciamientos” de la troika (EFH, Marenales y José “Pepe” Mujica y su séquito de epígonos) que se han convencido de que el capitalismo es eterno, “el fin de la historia” como lo expresaba Fukuyama. Pero sus oponentes actuales, que sabemos que todo eso es falso, que el capitalismo es meramente un sistema político-social y un modo de producción, tal cual como otros que existieron antes y, por tanto, perecedero, no debemos creer que basta con mantenerse en el terreno de que “no hemos claudicado”, porque esa es una “aproximación” primaria y, tampoco, sabemos que rumbo tomarán “las futuras insurgencias”. Eso, pertenece al futuro y nadie tiene la bola de cristal. El agotamiento de los recursos naturales del planeta, las inminentes futuras guerras por el agua, colocan el socialismo posible, del futuro, bajo una nueva óptica que no estaba presente antes.

Mantenerse en las ideas “sesentistas” sin darle importancia a todas las transformaciones que contemplamos todos los días –nos parece insensato- cuando en la misma Cuba, los pensadores más enérgicos –y allí si hubieron transformaciones radicales fracasadas!!!- analizan la realidad a través del “sistema-mundo” y los aportes de los nuevos pensadores tipo Immanuel Wallerstein y otros. Toda una serie de paradigmas de los años 40, 50 y 60 desde Rostov y su teoría del “desarrollo” a las visiones criticas del “cepalismo”: la teoría de la dependencia, están plenamente superadas. La revolución de “liberación nacional” en los países latinoamericanos que no eran “coloniales”, como muchos otros países de Asia y Africa lo eran en las décadas del 50 al 60, demostró su invalidez a poco de andar.

Enfrentar todos esos cambios desde el “nacionalismo revolucionario” es –verdaderamente- una pérdida de tiempo y un dislate. Cierto argentino, Rolando Astarita, le señala específicamente en algunos de sus artículos, que ven luz en las páginas de estas mismas “prensa alternativa” en la que escribimos. Son otras las dimensiones que debemos considerar. En Zabalza el orgullo “de no claudicar”, de “plantar estacas” de lucha y de resistencias, quizás lo consuele (ver la entrevista televisiva que concedió a Pablo Mendez) en su fuero interno pero, no lo absuelve.

La derrota –en el caso uruguayo del viejo MLN-Tupamaros- cuando llegó, llegó de la mano de los que tomaban las decisiones . Y llegó además, con una dirección dividida, enfrascada en luchas internas por el poder y el mando. Es decir lo que no recomienda el manual de estrategia más elemental. Pero lo curioso –y contradictorio- de los análisis de Zabalza es que éste problema lo detecta perfectamente en los mandos militares enemigos –la unificación del mando, depurando del mando de tropa oficiales contrarios a los golpistas y obligando al retiro a los generales hostiles a la idea del golpe (ver pág 166 y siguientes)- pero no la vé en la propia organización.

Zabalza podrá ordenar los elementos, alinear todos los considerandos, reflexionar sobre los sucesos una y otra vez, pero el resultado final de la cuenta será siempre implacable: se hizo todo lo que no se debía hacer. Declarar una “guerra” sobre la base de unos resultados electorales que nos adjudicaban solamente un 5% de apoyo en la opinión pública (los votos de Erro, las cifras son de Zabalza, ver pág 128 y siguientes de su análisis electoral) pero se leyeron tan mal que se contabilizó como propios, “opositores”, un 45% del electorado, sumando votos que no nos correspondían y de aliados que no teníamos. ¿Puede haber análisis más subjetivo?

Esta parte del análisis de Zabalza –que desde el punto de los datos es riguroso y serio- lo lleva nuevamente –en diversos pasajes- a las “teorías” más descabelladas del “aparato”. “La trampa” del 14 de abril, que Zabalza repite siguiendo a Samuel Blixén. Y la de las muertes y caídas de locales ese mismo día como parte de la trampa. Incluye –en su narración “de la experiencia tupamara”-, la caída de uno de esos locales, donde estaban los archivos de la organización que habría sido “cantado” por Héctor Amodio Perez (con el “habría” no aporta la prueba de su afirmación), otra de las coartadas, también, del aparato que nos llevaron a la ruina a todos. Una cuestión es absolutamente necesaria, todas las “explicaciones” fueron hechas “después” de realizados los hechos –en el marco de las negociaciones- sin investigación interna, seria, responsable, imparcial. El “aparato” nunca investigó, puso “la tapa” sobre todos estos sucesos. Lo hacían porque sino sabían perfectamente que “Sendic se les quedaba con la organización” y así lo manifestaron expresamente antes y preparatoriamente a la reunión de la “carpintería” de la calle Cebollatí, lo que la militancia conoce como “la noche triste”. Por suerte, de éste última afirmación, existen testigos militantes, que fueron convocados para ser informados previamente del intento de golpe que planearon Jorge Zabalza, EFH. y Julio Marenales.

Sobre esto ya hemos polemizado con Zabalza y se lo repetiremos una vez más: de las explicaciones de su antiguo patrón EFH, nada es creíble . La teoría de la “trampa” es un argumento muy, demasiado, traído de los pelos. Que cuatro elementos destacados de dirección caigan “durmiendo” y sean asesinados, el mismo 14 de abril, (ver pág 140) sin una “guardia elemental de seguridad” parece, sencillamente, increible. De la historia de “la caída de la calle Amazonas” y el célebre “Campitos soy yo, el Ñato”, Zabalza mismo ha hecho antes, la constatación y, sobre ese episodio –anteriormente hemos escrito algún artículo- que además tuvo la virtud de provocar la reacción de un lector, que nos aportó datos invalorables que nos confirman en nuestra tesis de que “esa historia” tiene demasiadas repeticiones (en los libros) y ni siquiera una revisión de los planos arquitectónicos de la casa, que echa por tierra aquella versión. Lo que pasó realmente en la calle Amazonas, con dos asesinados inocentes y dos responsables que se entregaron , es parte simplemente de las leyendas para favorecer a uno de ellos especialmente: EFH.

Si se ha escrito un libro, sobre los sucesos del día que el Che habló en el Paraninfo de la Universidad y, el incidente, terminó con la muerte de Arbelio Ramirez, libro en el cual se hace un estudio con dibujos y todo, del teatro de los sucesos. La “caída de la calle Amazonas” y los sucesos allí perpetrados, necesitan también un estudio particular y salir de la mera repetición de los hechos que hicieron los sobrevivientes.

Zabalza y todo “el aparato” tienen el derecho de creer “la historia” que ellos mismos prefieran. Pero los demás, los militantes de base y el público en general, tenemos muchos motivos para poner en duda más de una cuestión. Y lo interesante del asunto, es que las nuevas investigaciones y los nuevos libros poco a poco nos van dando la razón a los críticos de la leyenda “oficial” de la derrota.

Señalamos –escuetamente- estas cuestiones –además, en sus grandes líneas- por dos motivos. El primero tiene que ver con una limitación muy seria que tienen los planteos del libro de Zabalza y que se verán, más claramente, más adelante: su desconocimiento de la referencia internacional latinoamericana. Después –si el tiempo dá- ampliaremos esta cuestión.

Hay, además, otra cuestión anexa pero muy ligada al tema. Los viejos revolucionarios que luchaban por “las libertades políticas y la representación de las minorías”-en Uruguay- sabían antes de iniciar sus campañas o “patriadas” que las mismas eran “a término”. Se tomaban las armas, pero se sabía también que no se iniciaba una guerra “larga y prolongada” (el concepto de la misma viene de China, fue la táctica de los comunistas de aquel país, en una situación muy especial y concreta y además, en el marco de la Segunda Gran Guerra, en un país gigantesco, que tiene casi la misma superficie que Brasil) hasta imponer sus puntos de vista. Eran –los paisanos orientales- más realistas y consientes –por dura experiencia- que enfrentarse al estado moderno con todos sus recursos, podía terminar en su propio aniquilamiento, porque sus recursos eran limitados. Lo es siempre el de todos los insurgentes. Hay “un problema” de caja y de recursos. Lo vemos actualmente en Colombia.

En su análisis de la campaña militar uruguaya –escribimos el concepto y sonreímos un poco- Zabalza constata que de los planes iniciales se saltearon el considerando principal –el trabajo político de masas- ante la prisa de operar militarmente. Zabalza, escabulle, el temita de que él era el Segundo Jefe del Estado Mayor de la columna Leandro Gomez (“la columna de Sendic”). Y brilla por su ausencia la supuesta “autocrítica” en su libro.

Por suerte existen los testimonios de otros participantes, que todos fueron hechos al pasar, en entrevistas, de otros actores o, en artículos periodísticos. Uno de ellos ha señalado que los “montes del Queguay hay que atravesarlos en segunda” porque si se atraviesan en tercera, como montes, desaparecen.

El mismo testigo de los hechos –perteneciente como Zabalza a la “segunda línea” y por tanto un testigo valioso de los sucesos por su experiencia- señala que hubo que suspender cierta operación de hostigamiento (de las cuatro planeadas, para el 18 de mayo) porque les faltaban los elementos bélicos necesarios y porque después de realizada la operación la represalia sobre la población civil que los apoyaba en la zona, hubiera sido contraproducente. Zabalza estuvo en el mismo centro de los sucesos, conoce perfectamente de lo que estamos hablando, pero en su libro guarda silencio sobre el tema.

Para ilustrar más el tema, recomendamos a Zabalza es estudio de una experiencia similar realizada en Argentina y en la que dejan su testimonio decenas de militantes de diferentes provincias que estuvieron “en los montes de Tucumán”, el libro se llama: “Desde el monte” realizado por Gonzalo Getselteris , ediciones Nuestra America, 556 págs. 2015.

Allí las dificultades de militantes probados pero urbanos en su lucha cotidiana contra las “alimañas del monte”, la humedad del monte bajo, la comida fría (no se podía hacer fuego), la carga de las mochilas, y las emboscadas del enemigo con sus subsiguientes combates, retiradas y un largo etc., eran una prueba verdaderamente de fuego, donde solo se podían remontar los contratiempos a través de una fuerte ligazón ideológica y una fraternidad militante verdaderamente digna de elogio.

Nada de eso existió en Uruguay, donde la aparición -por captura- de una carabina M-2 (la que portaba el Che cuando fue capturado) llevaba a disputas menores “por su derecho a la utilización”, donde el mismo Raul Sendic, perdía una bayoneta y cuando era sancionado por el responsable, se “perdía” en el monte, yéndose a visitar algún vínculo familiar y, paralizando el accionar del grupo , que se consternaba ante el riesgo de que hubiera sido capturado y se multiplicaban las “llamadas telefónicas” a Montevideo para averiguar su paradero. No,… si hay mucho de sainete, demasiada mitología, en el Plan Tatú, que todavía necesita del libro que desmitifique el accionar del viejo MLN-tupamaros, cuando sus responsables decidieron “decretar la guerra” en pleno verano de ese años!!!

Y podríamos seguir un largo rato más con otras observaciones y su documentación, pero consideramos que esto es bastante.

Del cúmulo de elementos en nuestro conocimiento (no son uno ni dos, sino varios, recopilados a lo largo de bastantes años) salta también otra evidencia: los guerrilleros urbanos, introducidos inmediatamente después de la fuga, en el medio rural, no contaban con apoyo civil militante más que en las ciudades cercanas y ese apoyo era de militantes políticos recientes, del movimiento de masas –el 26 de marzo, principalmente. A esa militancia incipiente se la sacrificó en “el abastecimiento” de los recursos que necesitaban “los del monte” porque en el Uruguay de comienzos de los 70 las necesidades de los hombres, son muy diferentes de la de los paisanos “insurrectos” de 100 años atrás.

O dicho de otra manera, de carne (de oveja o vacuna) no vive solamente el hombre, mucho más es necesario para mantenerse “operativo” en el medio rural. Constatemos -para poner un provisorio punto final al tema- que los militantes que lograron “salir” de toda aquella aventura padecían avitaminosis, con todos los síntomas acompañatorios “inflamación de las piernas” y otros, que dificultaban realmente la marcha. Zabalza ya había caído herido en su incidente “de la estancia” y si se salvó de morir fue por la intervención de los compañeros que lo cargaron en el vehículo con el cual llego al hospital.

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Para estas cuestiones, como para el “trabajo de masas” hay que desarrollar al máximo e incentivar “el desarrollo autónomo de las organizaciones populares” frase de Zabalza con la que cerrábamos el artículo anterior (ver pág 112), cuestión que muchos motivos el viejo MLN-Tupamaros y particularmente su dirección histórica no estaban dispuestos a permitir, porque implicaba, para realizarse efectivamente, un alto desarrollo de la capacidad operativa de la organización, una ligazón estrecha de sus principales cuadros con el movimiento popular y, en éste último, un alto nivel de conciencia colectiva y organización que solo se logra con una larga experiencia de lucha.

No se trata, como hemos insistido a lo largo de estos artículos, de toda una serie “de cambios” en la modalidad operativa, ni se trata tampoco de una accionar que no se “despegue mucho” de la subjetividad popular, ni se trata de los cambios que hemos denominado “cosméticos”. Se trata de una cuestión mucho más sencilla y evidente: tal cual era la organización en la década del 70, no podía dar un salto de calidad, no podía solucionar problemas que no se habían resuelto bien desde el comienzo. Otros, en Cuba, por ejemplo habían solucionado correctamente estos problemas, a su manera , pero en Uruguay, copiar a los cubanos y sus soluciones no nos ayudaba mucho en la resolución de los problemas específicos de nuestra revolución.

 

El canto del cisne del foquismo 5

 

En esta entrega de la recensión-critica del reciente libro de Zabalza abarcaremos los 30 años que van desde 1985 al 2015. Comprende desde el capitulo 13.- El Documento No. 5 hasta el capitulo 18.- La gran cuestión .

30 años en la vida nacional significa casi dos generaciones, un período inmenso.

Tres grandes temas están presentes, en esta parte final del último libro de Zabalza: el primero, un relato sobre la etapa final de la derrota del año 72, la liberación del año 85 y los primeros pininos de la reconstrucción –nuevamente-, del “aparato; el segundo, un intento de análisis sobre los orígenes del viraje ideológico –que se concretará 22 años más tarde -1994- de sus principales figuras política y; el tercero, una reflexión larga y prolongada sobre los avatares de la conciencia colectiva del pueblo uruguayo, hasta llegar a la pasividad generalizada de ahora.

El largo capítulo 13.-El Documento No. 5 , tiene la finalidad de ser el pivote sobre el que girará ese intento de reflexión. Una especie de hilo conductor, explicativo, de lo que –andando el tiempo- se concretará 22 años más tarde. En ese intento, Zabalza busca una base racional, casi lógica, que le sirva de instrumento explicativo. Parece querer decirnos “nadie cambia sus puntos de vista originales, sin motivos, causas”, y por tanto, en su libro -que antes que nada intenta ser una “autocrítica” personal- emprende la tarea de búsqueda de una explicación posible de los mismos.

En sí misma la labor, la inicia con una recopilación de antecedentes posibles, y realiza la tarea a conciencia, con seriedad y rigor. Más de un militante se ha planteado el mismo problema, ¿cómo es posible que compañeros que ayer mismo militaran junto a nosotros, compartieran los mismos ideales, ansias, expectativas, con el correr del tiempo se hayan transformado en las caricaturas actuales, sostengan sus actuales posiciones, realicen –gubernamentalmente- todo lo contrario de lo que ayer predicaron?

La dura constatación, se realizó aceleradamente, en los últimos 10 años, y sigue aportando -en este tercer período gubernamental frentista- nuevos y sorprendentes renunciamientos.

De cualquier manera, no compartimos su punto de vista. No es en el documento 5, nunca aprobado orgánicamente, donde esta el origen de las posiciones actuales de algunos dirigentes. Al final, volveremos sobre el tema.

Sin embargo, pesa también en su intento de análisis, una cuestión que es obvia: las prolongadas prisiones que padeció, que implicaron un estancamiento de su pensamiento. Ignoró por tanto transformaciones económicas y políticas, los debates que esas transformaciones impusieron, y un largo etc. relacionado.

En concreto no supo de la Huelga General, no supo de las luchas latinoamericanas, no supo de las resistencias a la tiranía uruguaya, no supo de la reactivación del movimiento popular que culminan en el plesbicito de 1980 y, le llegó la libertad, en medio de esa movilización colectiva –en la cual “el aparato” del cual fue parte- no tuvo participación alguna y de la cual se benefició.

Sigue – por tanto- manteniéndose en el terreno de categorías, que el transcurso del tiempo han hecho cada vez más insostenibles. Por ejemplo, las tesis -que en los 60 y 70 eran dominantes en América Latina- acerca “del estancamiento” de las economías latinoamericanas por el efecto de la acción “imperialista”. La calificación de semi-colonial a la formación económico-social uruguaya, la “liberación nacional” (la denominada “segunda independencia”), tarea previa al socialismo, para tomar los aspectos más evidentes de sus razonamientos.

Casi todos esos considerandos, han demostrado su falsedad: el “estancamiento de las economías latinoamericanas” no se produjo, por el contrario. No retrocedimos de la categoría de países “ capitalistas dependientes” y de crecimiento desigual, al estatuto de “semi-colonias” (exceptuando Panamá y Grenada donde hubieron invasiones), la derrota de los esfuerzos guerrilleros se realizó por las propias fuerzas nacionales sin intervención directa de las fuerzas armadas de EUA (más que con asesores y logística).

Zabalza sigue reivindicando –como si nada hubiera pasado!!!- seguir “el ejemplo de la heroica Cuba” cuando los mismos cubanos, ni acordarse quieren, de todo lo que ayer dijeron y vemos todos los días que están “de vuelta, completamente” de lo que ayer afirmaban con la soberbia de horáculos.

Seguir desde “el sesentismo” alentando “nuevas insurrecciones” nos parece descabellado. Aquello “fue” y cuanto más enérgicamente nos apartemos de aquellos pre-supuestos equivocados, mejor para las futuras generaciones. Los “que vendrán”- y hay signos de que “ya vienen”- tienen que superarnos en todos los sentidos, particularmente, en evitar las trampas “del heroísmo”, del “martirologio”, de los “sufrimientos” y de “las prisiones”. Se lucha para vivir, no para morir!!!

El libro último de Zabalza- por otra parte- es una memoria política. Así lo ha manifestado, en una entrevista televisiva. Y las memorias políticas tienen para los interesados en Historia un valor y un defecto. Son los testimonios “de los que estuvieron allí”, son –por el otro- justificaciones personales. Y en el libro de Zabalza éste último rasgo, está presente constantemente.

Empezemos con el incidente que la militancia ha querido bautizar como “la noche triste”.

Los últimos diez años –insistimos sobre el tema- han tenido la virtud de sacar del misterio y del olvido aquel episodio desgraciado. Si por los restos del viejo aparato hubiera sido, ese episodio, como “la carta de renuncia” de Maneras Lluveras (que no fue carta de “renuncia” sino “documento interno” como nos señaló su autor en un breve encuentro en Montevideo) estaría sumergida en el más callado y silencioso de los arcanos. Obligado a “circular por fuera” de la “historia oficial”. Es todavía “versión no autorizada” ni en el MLN- que-fue-de-Marenales, ni en el EME-Pepismo.

El primero que se refirió al tema fue Samuel Blixén, en su biografía de Raúl Sendic (primera edición en el año 2 000, décima edición 2010). Hoy, en su prólogo al libro de Zabalza, S. Blixen vuelve a referirse al tema (ver pág. 12 de “La experiencia tupamara” ) la califica de un elemento “que advierte sobre la honestidad del autor”.

Todo esto, que anotamos en éste párrafo, no tiene por finalidad hacer alarde de meticulosidad, sino que se dirige a otra cuestión que es eminentemente práctica: el conjunto de la militancia, inclusive los que hemos definido como “aparatistas sin aparato”, los “críticos” actuales (y firmantes de manifiestos, convocatorias y proclamas) en aquel momento , sabiendo como sabían, no fueron capaces de una acción concertada de protesta, ni de llamar colectivamente, a rechazar con firmeza, aquella canallada.

S. Blixen, en su prólogo, atribuye a ese episodio el comienzo del abandono que se conoce como “el goteo”. La militancia “vieja”, la de Punta Carretas, la del “Abuso”, sintió –con ese olfato que tienen los revolucionarios que han participado en eventos trascendentales- que “algo estaba mal”, que “algo no cerraba” y los más lúcidos se barruntaron “cambios” notables pero, para peor. Hoy, Zabalza, en su libro, “hecha para afuera” (ver cap. 17 “El peso de la identidad” , apartado “El costado más oscuro” págs. 210-217) el tema. Lo califica “de aberrante”, pero lo que queremos significar es otra cosa: de los 40 convocados al evento, no existe ni un solo testimonio, ni una referencia, no hay ni un solo reportaje, memoria o relato, acerca de aquel desgraciado suceso.

El autor de estas líneas, conoció el episodio, desde el lugar que residía (Suecia) porque un testigo presencial del evento, Leonel “el negro” Vidal, recién regresado de Montevideo, nos lo narró y luego nos solicitó una máquina de escribir de la redacción de la Radio Sur (que dirigíamos) donde escribió “su renuncia” a la organización, decepcionado y amargado. Aprovechemos también la ocasión para corregir a Zabalza de una afirmación errónea: no es Leonel “el negro” Vidal el autor de la expresión “la noche triste”. La misma procede del colectivo militante, de la misma manera que no es posible rastrear otras expresiones, verbigracia: “las vacas sagradas”. El colectivo anónimo es su autor.

Tenemos además otro testimonio: el de un militante “viejo” que ese día fue por Cebollatí “por casualidad” ( Amilcar Mármol) pero al cual, no se le permitió la entrada al evento, lo atendía su antiguo “reclutador” (cierto “dramaturgo” que además es “el colado” que menciona Efraín Martínez Platero, en algún reportaje) en “la puerta” del local. Algunos años más tarde, pudimos saber, que la “reunión de la carpintería de Cebollatí”, la “noche triste”, estuvo precedida de reuniones previas, “preparando los estados de ánimos” y en esas reuniones fueron expositores EFH y Julio Marenales. Señalemos para terminar –la narración del episodio- que el mismo “dramaturgo” y “colado” era viejo repetidor en esto de los “golpes bajos” porque debutó –antes, como comparsa- en “otro incidente” parecido: el golpe que R. Arismendi y asociados le dieron a Eugenio Gómez, a su hijo Gómez Chiribao, y a la patota de “custodios” que se suponían armados. En Uruguay –por suerte- somos pocos y nos conocemos todos!!!

Vayamos ahora, al motivo de esta disputa. ¿Cúal era el motivo de tantas preocupaciones? Un simple problema de línea, si “organizarse” primero o, si salir a agitar “el programa” de Sendic: Por la terra y contra la pobreza

Reflexionen los lectores, sobre una cuestión básica, también “en los inicios” del MLN-Tupamaros “original” hubo una disputa entre aquellos que entendían que la “organización política” estaba primero que la “acción práctica” pero entonces las posiciones entre los históricos estaban también divididas, solo que entonces los roles estaban cambiados, entonces los de la “acción práctica” fueron mayoría, ahora, después del 85, los roles se tramutaban.

Vayamos ahora, a lo fundamental: ¿cúal es el ámbito en los que deben resolverse estos problemas “de línea”, en el círculo cerrado de los “históricos” o “fundadores”, en el más amplio de los “40 seleccionados” o, en el ámbito de un congreso de la militancia que lo ha de impulsar y llevar a cabo? No es acaso, lo proclamado: la democracia colectiva e incluso “la participación popular”( tengamos en cuenta que el actual EME-Pepismo, se llamó originalmente Movimiento de Participación Popular (MPP), en la cual -a contramano de la definición- el centro de la cuestión no estaba para nada puesta en la “participación popular”

Lo mismo, exactamente lo mismo paso después con el CAP-“Libertario” fue un auténtico “boniatito” engendrado entre gallos y medianoches, entre su “titular” EFH y José “el Pepe” Mujica, para evitar que les surgieran competidores “por izquierda” como lo demostró fehacientemente el hecho de la “renuncia” senaturial de EFH, al que inmediatamente concurrió a abrazar el entonces “presidente” Mujica y, que además después, lo proclamó ministro de Defensa Nacional, con la ayuda de “la renuncia por motivos de salud” del caballerete Rosadilla, popularmente conocido como “el ratón”).

¿Y dónde estaba Zabalza entonces?

–Zabalza, estaba argumentado junto a su patrón ideológico EFH, en la “noche triste”, ante “40 elegidos” arbitrariamente, fundamentando “la locura” de Raul Sendic, pero sabiendo que ni aún producido el “goteo”, como consecuencia de aquellos dislates , ni él, ni EFH, ni Mujica, ni Marenales iban a presentar renuncia.

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A lo largo de los capítulos 16 y 17 (ver págs. 180 a 222) Zabalza deja excelentes reflexiones sobre los procesos que llevan a la burocratización de una organización, el conjunto de intereses minúsculos que coinciden en la forja de un “aparato”. Demuestra que ha reflexionado con seriedad sobre el tema, que lo conoce perfectamente bien. Distingue con precisión las fases , el aparatismo es el preámbulo de la burocracia política, por ejemplo. E inclusive, va un paso más allá, es perfectamente consiente, de que esos intentos prosperan sobre el humus, de una base militante, despojada de su voluntad de análisis crítico y capacidad de acción práctica , lo que hemos denominado en otros artículos: la subalternidad ( el concepto no es nuestro, lo tomamos de Rudolf Bahro, ver su libro La Alternativa ).

En esas condiciones fue relativamente fácil, para ciertos elementos de la dirección “histórica” más los coaptados, imponerse sobre sus bases, obligarlas a irse sin luchar (el goteo). Despues se dedicaron a hacerse de una base social nueva: el MPP, y, finalmente, en su fase de degeneración final, fue “una carrerita nomás” transformar el MPP en el EME-Pepismo actual. El poder político, los excedentes que brinda el ejercicio del gobierno (cargos, sueldos, prebendas y “favores”) fue una palanca “extra” que permitió el proceso.

Zabalza acompañó todo ese proceso, fue una parte fundamental en el mismo, hasta que la misma dinámica del instrumento que había contribuido a forjar, se lo comió a él mismo y a muchos otros que hemos querido calificar, arbitrariamente, de “aparatistas-sin-aparato).

Sendic y el proceso posterior a su fallecimiento, o tarde piáste, Julián.

Como todos saben, hay en estos momentos, un intento de glorificar a Sendic. Es decir, hacer de él un icono, perfecto, intachable, la suma de las perfecciones. Zabalza ha pasado, de ser uno de sus críticos más implacables, a hacer una biografía sobre el mismo y luego de ésta, a embarcarse también en esa glorificación. Una especie de “Hijo Pródigo”. El tema se resuelve en la afirmación: “si Sendic viviera esas cosas no hubieran pasado”. O, la variable: “cuánto lo precisamos ahora”!!!

Los que así se expresan olvidan que Raul Sendic Antonaccio, vivió cuatro años( desde el 85 al 89) y que cuando vivía, se perdieron la posibilidad de seguirlo y agruparse detrás de él. Así es muy fácil invocar “al difunto que está en el recuerdo”!!!

Atribuirle a Sendic poderes sobrenaturales, nos parece, un exceso. El mismo –en su proverbial modestia- se autocalificó simplemente, “como un militante social”. En esa autodefinición creemos, debemos considerarlo. Como tal, por tanto, tenía sus aspectos positivos y también sus lados negros. Era, también, salvando las diferencias, un hombre de su tiempo y de sus circunstancias.

No tenía, por tanto, respuestas en todas las circunstancias, mas bien en los primeros momentos oscilaba entre las posiciones en pugna, hasta formarse su propia opinión particular a la que luego se atenía. Pero era también un águila, capaz de avizorar rumbos, señalar picadas, marcar derroteros posibles.

Su falla, quizás fundamental, estaba en la instrumentación organizativa concreta. Es allí donde los testimonios coinciden: tanto en su actividad como dirigente sindical, como después en la actividad política. Tuvo encontronazos serios con casi todos sus colaboradores cercanos.

Lo fundamental, sin embargo, -que le dá perfil propio- al seno de los “históricos”, es una gran firmeza en los principios socialistas en los cuales creía. Es esa convicción la que le permite enfrentar sin concesiones a sus diferentes captores –policías o militares- y es esa misma firmeza la que fue cimentando la devoción de la militancia hacia su figura.

Fue la gran figura de la izquierda revolucionaria uruguaya, y su prestigio -aún hoy- supera en mucho a todos los otros dirigentes de toda la izquierda.

Y siempre con la contra terminante de la mayoría del ala “histórica”, que no sabía y no podía elevarse para comprender el sentido de sus propuestas y, tampoco sabía seguirlas e instrumentarlas.

La “cervecita” apaciaguadora con Zabalza, el “úsenme” que invoca EFH en un articulo periodístico –lamentable!!!- en la prensa de Fasano, el mismo acto del Franzini, el “chirlo” que recibió Mujica, son elementos que van pautando esa impotencia de los históricos para comprender a cabalidad sus propuestas e instrumentarlas organizativamente. La máxima que señala que “no hay gran hombre, para sus colaboradores más cercanos”, puede aplicarse aquí en toda su extensión.

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De esta manera llegamos a la parte final de estas notas. La hemos denominado “el canto del cisne del foquismo” porque creemos que de esta manera resumimos, más acertadamente, el tema. Es parte también de muchas otras recensiones anteriores, de otros libros, en los cuales hemos pretendido fijar una posición de análisis, interpretación y estudio, sobre eventos fundamentales de la “historia reciente”. Toda la nueva bibliografía de éstos últimos 10 años ha hecho aportes, a veces importantes, en otros casos dentro de un derrotero, un cauce, que consideramos apologético y por tanto repetición sobre repetición. Es decir estériles.

No es el caso del libro de Zabalza. Es, éste, uno de los libros importantes. El militante que lo hizo es, indiscutiblemente, un militante. Y eso tiene su valor, independientemente que estemos y no estemos de acuerdo con muchas de sus posiciones y observaciones. Conocimos, además, a Zabalza dentro de ése último lapso de tiempo y estuvimos ligados con él, en cierta empresa radial (y otros hechos militantes) así que sabemos bien de lo que hablamos. Creemos rastrear en su libro actual, parte de las críticas que entonces le hicimos en las reuniones de redacción, así como otras, que le hemos realizado en el plano periodístico.

A través del libro, queda bien manifiesto, su dependencia política de una figura trágica y horrible, absolutamente nefasta, el Sr. EFH. Zabalza podrá arrepentirse ( de hecho lo hizo luego de publicado el libro, en la entrevista televisiva que hemos mencionado ), pero lo cita profusamente, lo cual demuestra que no ha roto cabalmente con su influencia.

El mismo capitulo 13 “el documento No. 5” pretende ser un rastreador y el hilo conductor. No lo entendemos asi, definitivamente. La falla –es colectiva- y viene desde mucho antes. Después, en su fase final, “la derrota del 72”, se afianza en las “negociaciones”. Continúa, luego de las mismas, en el prolongado status de rehenes, donde “el síndrome de Estocolmo” se fructifica y la “colaboración” con el enemigo es un hecho.

Las declaraciones del “detenido especial” del año 77, así lo prueban fehacientemente. Entonces Zabalza, llamó a aquel documento “carne podrida”, lo que motivó la respuesta de muchos observadores indignados.

En ese mismo periodo de tiempo, cuando para las nuevas bases militantes, definitivamente, EFH, era un traidor, Zabalza respondía a los que así se expresaban en las reuniones públicas con “-Eso, lo decis vos” , deslindando campos. Finalmente, el cúmulo de pruebas, se le ha impuesto. Incluso más, Zabalza agrega al largo collar, una perla más, la grabación en la cual la inteligencia militar, obsequió a EFH, con las revelaciones de la entrevista de Gianola (ministro del Interior, de Lacalle) con los mandos policiales de “la republicana” (ver pág 134 y 135 y luego págs. 241 y 242).

Sobre todas estas cuestiones, – y particularmente, sobre sus implicaciones, que son múltiples- la militancia nueva deberá meditar mucho.

 

 

 

 

 


 

 


 
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